Comienza la tercera y última semana de nuestra experiencia inglesa. Durante las clases, que vuelven a ser por la mañana, damos la bienvenida al grupo de italianos que se incorporan hoy y que reemplazarán a los taiwaneses que el viernes se despidieron de nosotros.
El turno vespertino no estaba mal, pues nos permitía dormir un poquito más; pero aún así nuestros chicos se han alegrado de volver al turno de mañana, que nos deja toda la tarde para disfrutar de tiempo libre y de actividades.
La actividad de hoy ha sido una de las más populares: la visita al castillo de Oxford, una fortaleza con casi mil años de historia. En el interior nos espera un peculiar guía que nos cuenta que en el siglo 17 el castillo fue convertido en prisión. Entramos en una habitación y un escalofrío recorre nuestro cuerpo al oír las condiciones en las que vivían los prisioneros. Con un acento inglés bastante fácil de comprender, nuestro guía nos habla de Rowlande Jenkes, uno de los prisioneros que más revuelo causó tanto por su condena como por la maldición que echó sobre el tribunal que le sentenció.
Subimos a la torre y contemplamos las vistas mientras descubrimos que, estando la Emperatriz Matilda en él, el castillo fue sitiado durante meses hasta que se la joven se las apañó para escapar camuflándose entre la nieve.
Bajamos a la cripta, donde nuestro guía nos cuenta una vieja leyenda y nos invita a buscar fantasmas… Afortunadamente no nos topamos con ninguno así que continuamos hacia las celdas donde el carcelero nos toma fotos cual si fuéramos vulgares ladrones.
Echando un vistazo a los calabozos entre risas y pequeños sustos que nos vamos dando unos a otros, finalizamos el recorrido por el mágico castillo.
Aprovechamos que aún es pronto y damos una vuelta por el centro antes de coger nuestros respectivos autobuses. La cena nos espera y las escaleras del castillo nos han abierto el apetito.
Mañana más y mejor.
Fantasmagóricos saludos de Santos y Dolly.
