La incertidumbre nos mantuvo en vilo durante el camino hasta el barco donde suponía que iba a haber una fiesta. La gente decía que nos lo pasaríamos bien y que las vistas eran muy bonitas. Las dos cosas se cumplieron al final. Un autobús de los de los Simpsons nos llevó al embarcadero donde tomamos el “Toronto cruise”. Al principio sentaditos, cada uno con su hamburguesa. Después sesión de fotos de las vistas del skyline desde el barco, después a bailar como si no hubiese mañana.
Los chicos agradecieron el día de fiesta. Se hizo tarde y alguno hubiese seguido pero mañana hay clase.